Seguro que todas y todos hemos visto cómo hay barrios en los que hay muchas terrazas destinadas a los bares y restaurantes de la zona quedando poco espacio para otro tipo de ocio. En este sentido, las niñas y los niños cada vez menos tienen espacios para poder jugar, correr, saltar… porque el ocio de la zona se centra en el consumo y en las personas adultas. Además, para que haya más espacio para estos negocios cada vez hay menos bancos en los que descansar, poder pasar el rato sin tener que consumir.
Tener una perspectiva de género pasa, no sólo por tener una mirada de las necesidades de mujeres y hombres, sino por la interseccionalidad atendiendo también a la edad y a los estados de salud y a las necesidades derivadas de ésta. Si nos fijamos en nuestro día a día vemos como son las mujeres las que más hacen tareas cotidianas como ir al comercio, a la farmacia, las que cogen el autobús, las que cuidan a otras personas que tienen a su cargo, las que llevan a las hijas y los hijos al colegio, las que pasean con los carritos de bebé… No tener esta perspectiva de género nos supone no atender a la realidad de nuestro entorno. Si no disponemos de una buena red de transporte público con buenas condiciones estaremos limitando la movilidad de muchas mujeres que pasan mucho tiempo dedicándose a los cuidados u otros quehaceres fuera de casa.
Implementar la perspectiva de género no tiene porqué ser un arduo trabajo siempre o con un elevado coste, hay pequeñas acciones que podemos llevar a cabo para ello, como por ejemplo iluminar parques, callejones, paradas de autobuses… son puntos oscuros en el que las mujeres se sienten inseguras y limitan su movilidad al evitar ciertos entornos en un contexto determinado. |
Por supuesto que hay otras acciones que requieren de más esfuerzo pero es necesario para que todas las personas que viven en un barrio o ciudad la sientan como suya, como lo que realmente es. Las ciudades, al igual que la sociedad, avanza y tiene que ajustarse a las necesidades de la ciudadanía en cada una de sus etapas vitales, desde la infancia hasta la vejez y reconociendo que las personas somos vulnerables, por lo que habrá etapas de la edad adulta de la que requiramos de ayuda de otras personas y de los servicios públicos. Así la vida será un poco más fácil.